Después de hacer los tres primeros cursos de Bellas Artes en
Barcelona , me vine a hacer la
especialidad a Madrid .No tardé en
conocer gente y no tardamos en
establecer el centro de relación en el bar de la facultad. Si nos hubiéramos
pasado más rato allí nos habríamos convertido en manteles. Entre conversaciones,
partidas y verborrea indiscriminada de chorradas constantes , se nos ocurrió
formar un grupo artístico a lo vanguardia artística del SXX, con su manifiesto
y todo, y por supuesto lo primero debía ser el nombre : nada de terminaciones
en “–ismo”, a alguien se le ocurrió que al modo de los “artistas eléctricos” de
finales del XIX nosotros debíamos ser los “artistas folladores”, nomenclatura
que resumía claramente nuestra presunción de lo que carecíamos totalmente y una actitud intelectual “outsider” de todo a
100 que se concretaba en nuestro odio al capitalismo, al mainstream periodístico
( Nieves Herrero arrasaba) , y al grupo
musical “Celtas cortos”, básicamente.
No era precisamente el manifiesto de Marinetti o el de Bretón,
pero así echábamos los ratos, mira. Con la firme certeza de que aquello no se
iba a concretar jamás en alguna exposición o algo, yo me hice cargo de la marca del “movimiento” :un
personaje de cómic cuya cara iba a ser un seis y un cuatro . Los demás no
hicieron ni el huevo, cumpliendo con el espíritu equívoco-anarco –ambiguo que vertebraba
el grupo : “Un artista follador no tiene porqué intentar serlo o parecerlo, ahí
radica su coherencia, sólo trata de ir por la vida con el rabo bien alto: esa
es su bandera”.
Dado que el personaje nació como mero apunte de “trademark”,
como la calavera de los Iron Maiden, pues no tenía apenas chicha argumental,
por eso, lo balenceé con otro personaje a lo Sancho Panza: “El Rígoli”, que veremos en
próximas entradas. Dio igual , apenas
hice tres páginas del personaje, contagiado de la desidia general inherente al
grupo.
Se presenta …Aitor (El artista follador)
LOs personajes trademark molan, aunque no tanto cuando te piden una historia y no tienes ni p... idea de qué contar con ellos de protagonistas. Y, ah, está claro que pasar por una facultad (pasar tiempo, matar ratos entre las aulas y el bar y la biblio, todo eso), y dejarse contaminar por la desidia existencial, es un motor primordial para la creatividad (debe ser por el aburrimiento que inspiran)... Aunque luego no salga adelante nada.
ResponderEliminarExacto, Fel, tal vez es esa su propia razón de ser:me refiero tanto a los personajes como al contenido de las clases.Aunque su recorrido práctico sea muy escaso, su enjundia real y su fugaz brillantez es de lo más atractiva, sí señor.Y aunque parezca lo contrario, eso es lo importante.
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